Acabo de terminar de leer "Me convertiré en momia", un bellísimo libro de relatos de un joven autor japonés, Masahiko Shimada, acerca de la gente que se hace preguntas sobre lo rutinario incuestionable. Historias de personas que deciden matarse de inanición consciente, que carecen de deseos o son ángeles.
Pero lo mejor, para mí, de este librito son las reflexiones finales de la Nota del autor, donde Shimada escribe en primera persona:
"El novelista recoge todo lo que otros han escrito o dicho y lo sepulta en una fosa."
"Viajar todos los meses, no beber café, hablar lenguas extranjeras, jugar realmente con mi hijo, ir a la montaña, intervenir en una discusión, soslayar el sarcasmo, cerrar los ojos, quedarse escuchando, caminar mucho, buscar masoquistas, ir al mercado, meditar... Esto es en síntesis mi literatura."
Pero lo mejor, para mí, de este librito son las reflexiones finales de la Nota del autor, donde Shimada escribe en primera persona:
"El novelista recoge todo lo que otros han escrito o dicho y lo sepulta en una fosa."
"Viajar todos los meses, no beber café, hablar lenguas extranjeras, jugar realmente con mi hijo, ir a la montaña, intervenir en una discusión, soslayar el sarcasmo, cerrar los ojos, quedarse escuchando, caminar mucho, buscar masoquistas, ir al mercado, meditar... Esto es en síntesis mi literatura."
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