Superposición
Carlitos se lanzó por un balcón.
Lo último que me regaló fue un dibujo suyo enmarcado: un zapato de La Cenicienta - su zapato perdido - observado por un haz de luz. "Espiando la felicidad", lo tituló. "En espera de seguir espiándote mucho tiempo", me lo dedicó.
Ese dibujo estuvo colgado frente a mi escritorio durante mucho tiempo.
Anoche me di cuenta, mientras jugaba con mi nueva cámara digital y fotografiaba mis paredes, de que usé el marco para poner una fotografía que me regaló Miko. El dibujo de Carlitos sigue ahí, pero no se ve, porque encima está la foto de Miko: la sombra de dos balcones sobre una fachada.
No me había dado cuenta hasta anoche.
Los zapatos de los suicidas.
La sombra de los balcones.
Las superposiciones.
¿Me sigues espiando?
¿Me quieres todavía?
¿Me quieres otra vez?
Unos meses antes de su muerte, le regalé a Carlitos un poema para uno de sus cuadros:
Quizás tú seas tu cielo.
Quizás saltar no cueste tanto
Y a caer también se aprenda.
A solas.
Pudiera ser
El corazón un escenario de películas tontas
Un anuncio de dudas:
Mi corazón
Una mancha que moja
Demasiado ruidosa para ti.
De eso trata mi novela - ya lo sé - sobre eso trata: trata de que Carlitos me lea y me quiera otra vez.
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