Missing Audrey
Ahora que estoy lejos, me acuerdo tanto de ella...
Nuestra secretaria/recepcionista, mi anterior secretaria/recepcionista; qué elegancia, qué saber estar, que don de gentes (y de lenguas), qué taconeos escaleras arriba y abajo sobre sus tacones de plástico malo... Ay, Audrey, Audrey... cuánto te echo de menos, cuántos recuerdos...
Audrey: (al teléfono con una amiga) ¡Hija, a este paso voy a ir a tu boda por ciencia infusa!
Audrey: (tras verse sorprendida por un regalo de su jefe) ¡Este hombre me ha traído bombones! ¡Esto es muy sui géneris!
Audrey (a MÍ): ¿Y por qué te has bordado úngaro sin hache en la camisa? Hijo, es que como eres tan creativo...
Aunque debo reconocer que la chica tenía su gracia. Sobre todo cuando - antes de pasarnos la llamada de un cliente - se dirigía a cualquiera de nosotros con el grito de: ¡ANTONIA, QUE TE LLAMAN!
Qué mujer. Qué mujerona.
Eso sí; no tiene ni un pelo de tonta y ya ha cazado para futura boda a un rico heredero de un imperio inmobiliario.
A ella, la meneas y caen bellotas, pero se ha sabido organizar bien el futuro. Todo sea dicho. Al César lo que es del César, y a María Jiménez... ¡UN WHISKAZO!
Feliz fin de semana a todos. (¡Y qué semana!)
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