lunes, junio 07, 2004

Loco fin de semana de amigos y Cumpleaños de amor


Pasan tantas cosas que olvido porque no escribí. Incluso buenos chistes oportunos que se desinflan y así son siempre buenos y siempre fugaces, efímeros, instantáneos.
Pasan los días y ya ha pasado un año que ha sido lo más importante: ni los días, ni las desmemorias, ni los chistes (buenísimos algunos, ahora que recuerdo), ni aquel verso que se me ocurrió acerca de acabar convertido en el hombre que saluda a los aviones (waving planes, me gustaba más). Un año.

De viajes. Esperarlos hasta hacerlos. Esperarlos hasta tu llegada. De viaje.

Un año de amor todo lo contrario a un lamento de la Paredes después de haberse bebido a Luz Casal (¿quién podría aguantar esa resaca al día siguiente? Luz sorbida por Marisa que se calzó a Eusebio... ninguna destilería asume tanta producción.)

Un año verdad.

Cumpleaños de amor, en voz de Ángel González, de quien nos regalaron un libro dedicado “con su amistad”. A nosotros:

¿Cómo no seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
Mis sucesivos cuerpos
-prolongándome vivo, hacia la muerte –
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
- qué importa que no sean estos ojos –
te seguirán a donde vayas, fieles.


mis sucesivos cuerpos”, que espero que mejoren el actual pícnico que acabo de contemplar hoy en las imágenes de mi cámara digital recuperada, mi cuerpo que parece el de Kirstie Alley si se hubiera zampado a Cybill Shepherd y se hubieran revolcado untadas en miel sobre el suelo de una peluquería de barrio. Qué barbaridad. Y a mi lado, J.Q. subiéndome las tetas.

de carne a carne”, como las ardillas del Parque del Retiro, extinguidas misteriosamente hasta que decidieron repoblar el parque con ellas y su propio chip subcutáneo, para sorpresa de los técnicos del Ayuntamiento que las detectaban brincando por la calle Barquillo y la Gran Vía y se preguntaban qué coño hacían las ardillas recorriendo el centro de Madrid.
Hasta que ataron cabos con las denuncias de los vecinos de Alfonso XII que cada fin de semana llamaban a los bomberos avisando de un incendio en el Retiro. Un incendio que eran las parrilladas de los ecuatorianos, las barbacoas de ardillas, cuyos chips mal digeridos circulaban por la calle Barquillo y la Gran Vía.

el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas”, como anoche. En casa de A. y M., donde la tormenta nos sacó de la cama y nos llevó al salón, llenos de miedo. Tan hermoso compartir con ellos mi miedo, que era también el de pensar en ti dormido en un autobús en medio de la tormenta.

"lo que la gente llama amor, en suma", o lo que yo llamo amor y reescribo para ti:

Vengo en verdades
en brazos en abrazos en piel en voz en sexo, en besos
desprevengo cicatrices
nudillos descarnados de cal de muro
puños de maletas,
hombros.
Me desangro.
Me desaguo y soy espuma:
fragilidad blancura aroma ingravidez
soplo de aliento
aventura
amistad AMOR amigos.


Sé que te acuerdas: todo empezó aquí. Sí que me acuerdo.