Soy Yo
Durante la hora de la comida en el trabajo he estado dando vueltas por distintos blogs y he descubierto que yo debo ser de los pocos que firman con nombre y apellido (¿real?) y no con seudónimo.
Y me he quedado pensando si no será que...
... me puede el ego
... no tengo nada que ocultar
... un nombre no es nada
Desde hace mucho tiempo, quiero ser un tipo misterioso y no lo consigo. Transparente y obvio, como el que más. Cero misterio. Puro cóncavo. Firmar este blog con mi nombre no contribuirá a forjarme un perfil de misterio.
Siempre envidié a los hombres que se callan. A los que van a las fiestas y no hablan. Y no bailan. Y siguen siendo invitados. Esos son los hombres misteriosos que quiero ser.
Siempre que fui a una fiesta fui en calidad de folclórica de bolos. Siempre pensé que si no estaba brillante, ocurrente, divertido y amable, no me volverían a invitar. Pero la vez siguiente, también estaban los callados.
Ya no voy a fiestas. Sólo voy a alguna de vez en cuando. Y hablo. Hablo. Hablo. Hablo...
... para que me vuelvan a invitar
(a lo mejor mañana hay una fiesta a la que no estoy invitado. Una fiesta de callados. Quizás alguno se lance y comente lo bien que se está sin mí.)
Durante la hora de la comida en el trabajo he estado dando vueltas por distintos blogs y he descubierto que yo debo ser de los pocos que firman con nombre y apellido (¿real?) y no con seudónimo.
Y me he quedado pensando si no será que...
... me puede el ego
... no tengo nada que ocultar
... un nombre no es nada
Desde hace mucho tiempo, quiero ser un tipo misterioso y no lo consigo. Transparente y obvio, como el que más. Cero misterio. Puro cóncavo. Firmar este blog con mi nombre no contribuirá a forjarme un perfil de misterio.
Siempre envidié a los hombres que se callan. A los que van a las fiestas y no hablan. Y no bailan. Y siguen siendo invitados. Esos son los hombres misteriosos que quiero ser.
Siempre que fui a una fiesta fui en calidad de folclórica de bolos. Siempre pensé que si no estaba brillante, ocurrente, divertido y amable, no me volverían a invitar. Pero la vez siguiente, también estaban los callados.
Ya no voy a fiestas. Sólo voy a alguna de vez en cuando. Y hablo. Hablo. Hablo. Hablo...
... para que me vuelvan a invitar
(a lo mejor mañana hay una fiesta a la que no estoy invitado. Una fiesta de callados. Quizás alguno se lance y comente lo bien que se está sin mí.)
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