Informe Semanal
Después de cebarme con la pobre A.B. (ver texto anterior) el miércoles pasado - a falta de nada mejor que hacer para olvidar la casi hemiplejía que paralizó mi lado izquierdo (mi masajista dice que el izquierdo es el lado femenino... vaya por dios... si en el fondo soy un cerdo machista; maltratador de la mujer que ocupa mi siniestra...) - hicedetripascorazón, meliélamantaalacabeza, pusealmaltiempobuenacara: todas esas cosas que se me dan tan bien, y preparé mi maleta para viajar a La Costa Azul, donde he pasado cuatro extenuantes y muy didácticos días de trabajo y (casi) placer en una fortaleza ClubMed: una especie de campo de concentración con fantásticas vistas, guardianes sonrientes a la par que dicharacheros y resueltos. El paraíso del buffé libre y la musiquilla de fondo.
Cuatro días en los que he descubierto que el valor de nuestra empresa no sólo está en el talento que tenemos todos (unos más que otros, a qué lo vamos a negar) sino en los cuerpazos del equipo comercial (ellas y ellos) que ocuparon la ClubMedPiscina, para deleite y comparaciones odiosas de este voyeur que hay en mí (seguramente, agazapado en mi lado derecho, observando a escondidas cómo mi parte izquierda femenina se lame las heridas con sensualidad animal).
A lo que iba: un gran cuerpo comercial: vamos, a mí me llega uno de los comerciales suecos a intentar venderme lo que sea y acabo por ponerle un piso. Qué coño un piso: un chalé con piscina y jardín. Así soy yo a veces; generoso (otras, espumoso, dulce, ... y hasta de misa, si me apuran).
Ya estoy de vuelta en Madrid. Mañana por la mañana tengo cita con mi neuróloga para ver si debo empezar un tratamiento de choque o es mejor dejar que las cosas sigan su curso hasta estar mejor. Ya veremos. Os contaré. Pero lo importante es que esta vez el brote ha supuesto un cambio: ha sido sólo dolor. No ha habido pánico. Y eso es MUY bueno.
A ver si con un poco de suerte dejo de parecer el prota de un telefilme de sobremesa y me paso al mundo de la publicidad y "Despierto al tigre que hay en mí".
Cuatro días en los que he descubierto que el valor de nuestra empresa no sólo está en el talento que tenemos todos (unos más que otros, a qué lo vamos a negar) sino en los cuerpazos del equipo comercial (ellas y ellos) que ocuparon la ClubMedPiscina, para deleite y comparaciones odiosas de este voyeur que hay en mí (seguramente, agazapado en mi lado derecho, observando a escondidas cómo mi parte izquierda femenina se lame las heridas con sensualidad animal).
A lo que iba: un gran cuerpo comercial: vamos, a mí me llega uno de los comerciales suecos a intentar venderme lo que sea y acabo por ponerle un piso. Qué coño un piso: un chalé con piscina y jardín. Así soy yo a veces; generoso (otras, espumoso, dulce, ... y hasta de misa, si me apuran).
Ya estoy de vuelta en Madrid. Mañana por la mañana tengo cita con mi neuróloga para ver si debo empezar un tratamiento de choque o es mejor dejar que las cosas sigan su curso hasta estar mejor. Ya veremos. Os contaré. Pero lo importante es que esta vez el brote ha supuesto un cambio: ha sido sólo dolor. No ha habido pánico. Y eso es MUY bueno.
A ver si con un poco de suerte dejo de parecer el prota de un telefilme de sobremesa y me paso al mundo de la publicidad y "Despierto al tigre que hay en mí".
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