lunes, abril 28, 2003

Travestís sin federar


El viernes al mediodía, J.Q. y yo - como esos grandes guionistas que somos - fuimos a probar los platos a los que tendremos que bautizar (el cocinero creativo, en un alarde de imaginación, había puesto nombres galácticos a algunos de ellos: androides, a unos bocadillos - "pues será Miembro de Androide", le dije yo. Muy fino. Sí, sí. Ya. Muy fino -, y los sandwiches, todos, todos siderales. Bueno... nosotros les pondremos otros nombres más ad hoc (todavía nos estamos pensando si incluir el neologismo Queso Chéndar en el menú, tal y como lo denomina este cocinero que no es solo un creador gastronómico, sino también un inventor de lenguaje).

Después de la cata nos marchamos a ver las obras del espacio donde tomarán vida nuestros personajes y guiones (espectacular), y de ahí a casa, a repasar ese gran futuro éxito literario que será "La cabeza de mi madre". Atentos todos a ese título y a estas iniciales, J.Q. Porque de aquí a no mucho tiempo, estarán en vuestras manos y os harán disfrutar de una sonrisa on the rocks, de esas sonrisas que os harán sentir culpables por vuestro perverso sentido del humor.

Por la noche, nos fuimos a cenar a un japonés con Cristina, Miko y el novio de J.Q. (nos encantó poner un caballero en nuestra mesa, sobre todo un caballero como este caballero, tan ácido y encantador)

CRISTINA: ¡Y antes de casarnos me tuve que confesar cara a cara con el cura! Menos mal que Mijuli también...
CABALLERO NOVIO DE J.Q.: ¿Y qué confesó Mijuli?
CRISTINA: Pues lo mismo... ¿no ves que los dos habíamos hecho lo mismo?
CABALLERO NOVIO DE J.Q.: ¿Él también con un hombre..?
[Ese es el nivel...]

Tras la cena, acabamos (J.Q., Miko, Cristina y yo. El caballero se retiró a sus aposentos a una hora decente... ¡cuánto tengo que aprender de él..!) tomando copas en un sexshop y viendo un espectáculo de travestís al que contribuí interpretando a un árbol sobre el escenario y dejándome tocar el paquete. Todo sea por el espectáculo. Después, bailamos poseidos por el ritmo frenético - y el alcohol - sobre el escenario del sexshop. ¡Un hitazo! Sí. Sí. Sí.

After-sexshop, Pasapoga (J.Q., Miko y yo. Cristina, camino a casa con su tetrabrik de leche entera). Miko debutó en el Pasapoga con excelente maneras y aún mejores intenciones (gracias, querida, por traerme a esos tres chuleitors musculados, uno detrás de otro. Pero, como ya comprobaste, estos chicos y yo no congeniamos. Me temo que teníamos diferentes puntos de vista sobre la poesía del conocimiento y diferencias irreconciliables acerca del arte haiko...)

El sábado por la noche, después de todo un día de trabajo, fuimos a ver 'Hedwig and the angry inch' a la sesión de madrugada. Yo ya la había visto, pero Miko y J.Q. no. Nos encantó. A mí, incluso más que la primera vez.

El domingo lo pasé en casa leyendo. "Juventud", de Coetzee. Fantástica y tristísima. "Lo bello y lo triste", de Kavawata (magnífica y amarga) y las "Memorias del Abate de Choisy". Todo un descubrimiento:

"He buscado saber de dónde me viene un placer tan extravagante. Helo aquí: lo propio de Dios es ser amado, adorado; el hombre ambiciona lo mismo tanto como su debilidad se lo permite; pero, como la belleza es lo que hace nacer el amor y ella es ordinariamente privilegio de las mujeres, cuando sucede que los hombres tienen o creen tener algunos rasgos de belleza capaces de provocar amor, intentan aumentarlos con adornos femeninos, que son muy favorecedores. Sienten ellos entonces el inexpresable placer de ser amados. Yo he sentido más de una vez lo que digo por dulce experiencia, y cuando, halléndome en bailes o teatros ataviado con hermosos vestidos, diamantes y lunares, he escuchado decir en voz baja a mi alrededor "¡Mira qué persona más hermosa!", he gustado de un placer que no se puede comparar con nada, tan intenso es."

¡Que tenga que venir un abate travestí del siglo XVII a explicármelo todo..! ¡Hay que ver!