miércoles, julio 30, 2003

Coño con el ABC


El lunes leía esta columna de Beatriz Cortázar (esta mujer, qué adicción tan mala tiene a los epítetos y qué poco le gustan los verbos... debe ser que le afean las frases). Lo leía y, además de somatizar la sintaxis, pensaba, "joder como está el patio. Bueno... el parque. Jurásico. Qué violencia. Miedo me da que al pobre Goldblum le dé por ponerse en medio..."

Sara se fumó un puro y Sara hasta anunció que ha conocido a un señor aceitero. Pero antes de despedirse, la Montiel nos mostró una de sus caras más duras, la más mala, la más vengativa, la más rencorosa, la más fría, la más puñetera, la más sorprendente, la más tremenda. Tras escuchar en un vídeo las declaraciones que sobre su matrimonio realizó su hasta la fecha amiga Carmen Sevilla, Sara congeló su sonrisa. Mirando a cámara, con una cinta en la frente cuajada de monedas y con sus ojos maquillados en azul, ni titubeó ni le tembló el pulso al lanzarle a Carmen Sevilla éste mensaje: «Antes de juzgar a los demás hay que barrer la casa de uno mismo. Carmen Sevilla: tú no eres nadie para juzgar, pero ya que lo haces te diré una cosa. Haz el favor de sacar a tu madre de 90 años de la residencia donde la tienes internada y abandonada por padecer Alzheimer. Es muy cómodo que otros le limpien el culo a cambio de un cheque. Pero te aviso, Carmen. Estás a tiempo de sacarla, de cuidarla tú personalmente, de atenderla como se merece. Mira que, cuando uno hace estas cosas, con el tiempo también le pueden pasar». Durísimas palabras. Durísima escena. Durísimo golpe bajo para la que era su amiga.

Pero es que hoy me encuentro con un textito de María Güell, desde Barcelona - pues claro, como tenía que ser - que me ha dejado con el rímmel transparente pegado al flequillo:

Bisbal ha encontrado en Barcelona una ciudad de acogida con mayúsculas. Es decir, que aquí no sólo ha encontrado un buen trabajo y una mujer con caderas, sino que se ha topado de bruces con la fama.

Ahí queda eso. Glups.