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El viernes asistí - por primera vez en mi vida - al proceso de postproducción de un trailer de cine porno (hetero). Resulta curioso escuchar cosas como "hay que repasar el montaje de esto, porque queda largo", al tiempo que en la pantalla asisto a fragmentos de polvazos. Repasar. Montaje. Largo...
Ese mismo día, en el mismo lugar, minutos más tarde, el productor/ director/ protagonista de la gran película porno gay 'Working Day' me enseña el trailer en su PC. Podría denunciarle por plagiarme el título del diario, pero su Día de Trabajo es mucho más normalito que los míos: sale de casa y se la mama el del taller, después folla en el videoclub, en el gimnasio... Un clásico.
El sábado, y como estábamos muy en fase visual, nos fuimos a ver la exposición de Cartier Bresson en el Caixa Fórum. Espectacular. Lo que me faltaba a mí, con esa fijación tan tonta que tengo con mi Kodak digital. Lo que me faltaba, decía, para no soltar la cámara en todo el fin de semana (con resultados cero cartierbresson. Con resultados ni siquiera Cartier.
Lo mío no son los momentos decisivos, eso está claro.)
Después, en la medioteca del Caixa Fórum, estuve viendo en DVD "La sangre de un poeta", de Cocteau. Otra cosa normalita: el artista pinta el retrato de una dama cuando de repente la boca del lienzo comienza a moverse y hablar. El artista (que debe ser el poeta o la metáfora del poeta, porque la tíita Jean era tan multitasqui que no hacía distingos...), se pone nervioso al oir la puerta y borra con su mano la boca del retrato. Abre la puerta. Despide a la visita. Cierra la puerta. Y descubre que la boca está en la palma de su mano, que pide "Aire". El la saca a la ventana y después, ZAS, empieza a morrearse con la boca de su mano. A pasársela por el cuello, el pecho, un pezón... hasta que un plano lo muestra tumbado boca arriba con una cara de goce muy propio de la elipsis visual sofcore de una fellatio. Todo esto en 1930.
Mientras tanto, mi novio, que es mucho más histórico, veía Spanish Earth: un reportaje sobre la Guerra Civil Española con las voces de Welles y Hemmingway (juro que en ese momento me sentí tan Elvira Lindo, que dejé a mi señó en pleno rojerío republicano y me fui a la tienda del Fórum a consumir. Pero me controlé y volví con las manos vacías, cual cerebro de bloggera adolescente.
Cuando volví, mi señó ya había terminado con la tierra española y andaba viendo "El triunfo de la voluntad", de la Riefenstahl: sí... también amo su eclecticismo. Faltaría más...)
El domingo lo pasamos juntos completo, porque no he vuelto hasta esta mañana temprano. Estuvimos en el cine. Fuimos a ver "Tú y yo", con Cary Grant y Debora Kerr. Qué maravilla. Todas las modernas barcelonesas llorando a moco tendido al encenderse las luces.
Y es que una vividora reinsertada gracias a la paraplejia y el canto catequista me emociona hasta a mí. Y esa frase final:
"Si tú puedes pintar, yo puedo andar..." Pues sí.
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