Vejez
Lo sabía por Coetzee. Lo sabía por Vallejo. Que existía una clase de amor que me estaba perdiendo.
Me burlaba. Suscribía lo que decía el amigo de una amiga: "A mí solo me gustan los animales bípedos. Aunque si están a cuatro patas, mejor."
Hasta que nos conocimos. Y supe de qué hablaban Coetzee y Vallejo.
[Se llama Maggie y vive con A. y M. Me saluda emocionada cada vez que me ve. Va a mi cama a despertarme por las mañanas cuando duermo en su casa y me muerde los calcetines cuando me calzo para marcharme.]
Tampoco me gustaban los niños. Incluso pensaba en crear una ONG llamada 'Kill the Children' Hasta que conocí a J., el hijo de Cristina.
Me temo que me hago viejo y ya no tengo tiempo para prescindir de tantas cosas como antes. De esa clase de amor que dan y provocan los animales. De la maravilla de disfrutar de la ternura inteligente del hijo de unos amigos. Me estoy haciendo viejo. Y no está tan mal algunas veces.
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