Odio
Esta mañana la Guardia Civil multó al taxista que me traía a la oficina por la Carretera de Burgos; no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Yo, sí.
El taxista aseguró al guardia que llevaba el cinturón puesto y trató de utilizarme para reforzar su mentira y evitar la multa. El Guardia Civil me pidió que dijera la verdad. Yo, por supuesto, dije que no sabía.
¿Ayudar a un taxista madrileño? ¿Ponerme del lado de un Guardia Civil? Jamás.
Una de las pocas cosas que he aprendido en esta vida es a mantenerme equidistante de la gente a la que aborrezco, a no apoyar a ninguno de ellos cuando tratan de agredirse mutuamente. Aunque pudiera servirme para ver la mitad de un deseo concedido, he aprendido a mantenerme en mi sitio. Callado.
Sonrío.
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