Leopoldskron
Despierto. Desayuno. Escribo mi entrada de hoy para el periódico. Para la Casa del Libro. Y para Lector Ileso. Después, descuelgo la ropa seca del tendedero, friego los cacharros de la cocina, hago la cama, barro la casa y entro al baño, donde hago mi Test de edad cerebral en la Nintendo DS que me regalaron mis hermanos por mi 35 cumpleaños. Hoy, mi edad mental según el japonés de la pantalla son 28. Mal. Suelo conseguir 20 a diario - que es la cifra óptima. Debe de ser que estoy cansado o aún medio dormido.
Me ducho, me visto, me siento y escribo Mansos. Del miedo a los médicos desconocidos y algunos detalles del dolor que siento, que me abre el camino para continuar por donde me creía atascado.
A ratos pienso que Mansos acabará por ser una novela en proceso que alimenta este diario igual que los paseos, los amigos, las películas, los pensamientos o los museos. Que nunca escribiré una novela, que siempre la estaré escribiendo. Una nobola de Sísifo...
Leo El malogrado de Bernhard y descubro en sus primeras páginas referencias a Horowotiz y a Gould, dos pianistas a quienes amo y de quienes - por suerte - poseo mucha de su obra en CD. Leo a Bernhard mientras escucho a Gould interpretar las Variaciones Goldberg. Mientras pienso, inevitablemente, en 'El talento de los demás', que es una novela maravillosa que no habréis leído casi ninguno. Que ya leeréis. Que os va a gustar.
Salgo a comer al restaurante de siempre, que hoy está vacío. Tampoco hay nadie en las calles, con esto de los Reyes. Están todos en las jugueterías, me dice la camarera. Y es verdad. Apenas veo pasar gente a través del ventanal. Ahora recuerdo que ayer se me olvidó mencionar que otra de las cosas que me encantan de este restaurante es que las puertas de los lavabos tienen a Lou Reed para los chicos y a Nico para las chicas. Cuando haces pop ya no hay stop...
Me llama A.B. para contarme que acaba de llamarles un cliente para reservar una mesa cuadrada para 22 con un agujero en medio. Ella sabe cuánto me gustan las historias absurdas que suceden constantemente en su restaurante...
Llamo a C., que está pasando las navidades en Estepona. Nos felicitamos el año y nos mandamos amores. Escucho a través del teléfono unos ruidos como de verbena, a la una de la tarde una verbena...
A. me envía un mail con esta foto y escribe:
Y yo, que hoy me encuentro ingeniosísimo, le respondo:
'qué susto de mujer, por diosssssss. Aunque hay que reconocer que su carrera es de lo más coherente. Empezó cantando HIT ME ONE MORE TIME y ha acabado con una cara que lo pide a gritos. El típico caso de artista que es fagocitado por su obra...'
Son casi las 5 de la tarde y en cuanto llegue Mauro tenemos que lanzarnos a las calles en busca de los regalos de Reyes que nos faltan por comprar. Mañana volamos a Madrid a las 6:30 de la mañana y estaremos allí hasta el domingo por la noche.
Hasta el lunes.
Me ducho, me visto, me siento y escribo Mansos. Del miedo a los médicos desconocidos y algunos detalles del dolor que siento, que me abre el camino para continuar por donde me creía atascado.
A ratos pienso que Mansos acabará por ser una novela en proceso que alimenta este diario igual que los paseos, los amigos, las películas, los pensamientos o los museos. Que nunca escribiré una novela, que siempre la estaré escribiendo. Una nobola de Sísifo...
Leo El malogrado de Bernhard y descubro en sus primeras páginas referencias a Horowotiz y a Gould, dos pianistas a quienes amo y de quienes - por suerte - poseo mucha de su obra en CD. Leo a Bernhard mientras escucho a Gould interpretar las Variaciones Goldberg. Mientras pienso, inevitablemente, en 'El talento de los demás', que es una novela maravillosa que no habréis leído casi ninguno. Que ya leeréis. Que os va a gustar.
Salgo a comer al restaurante de siempre, que hoy está vacío. Tampoco hay nadie en las calles, con esto de los Reyes. Están todos en las jugueterías, me dice la camarera. Y es verdad. Apenas veo pasar gente a través del ventanal. Ahora recuerdo que ayer se me olvidó mencionar que otra de las cosas que me encantan de este restaurante es que las puertas de los lavabos tienen a Lou Reed para los chicos y a Nico para las chicas. Cuando haces pop ya no hay stop...
Me llama A.B. para contarme que acaba de llamarles un cliente para reservar una mesa cuadrada para 22 con un agujero en medio. Ella sabe cuánto me gustan las historias absurdas que suceden constantemente en su restaurante...
Llamo a C., que está pasando las navidades en Estepona. Nos felicitamos el año y nos mandamos amores. Escucho a través del teléfono unos ruidos como de verbena, a la una de la tarde una verbena...
- ¿Lo oyes? Es que estoy en el pueblo. Es una tómbola de los del Alzheimer.
- Pues seguro que luego no se acuerdan de qué número ha salido y te quedas sin premio. Vaya mierda de tómbola...
A. me envía un mail con esta foto y escribe:
'Mira que mona se ha puesto BrisniEspiars (foto recientísima)'
Y yo, que hoy me encuentro ingeniosísimo, le respondo:
'qué susto de mujer, por diosssssss. Aunque hay que reconocer que su carrera es de lo más coherente. Empezó cantando HIT ME ONE MORE TIME y ha acabado con una cara que lo pide a gritos. El típico caso de artista que es fagocitado por su obra...'
Son casi las 5 de la tarde y en cuanto llegue Mauro tenemos que lanzarnos a las calles en busca de los regalos de Reyes que nos faltan por comprar. Mañana volamos a Madrid a las 6:30 de la mañana y estaremos allí hasta el domingo por la noche.
Hasta el lunes.
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