LONDRES. JORNADA SEGUNDA
Lo dicho: madrugón (famélicos), gran desayuno y tren Wimbledon - Waterloo. Entrada a Londres por el Puente de Waterloo y paseo hasta la Modern Tate (nosotros, turistas atípicos, no viajamos con un plano de Londres, no no... nos orientamos con un plano del Metro; no está mal).
Un gran descubrimiento casual: la Sommerset House.
La Modern Tate es estupenda. Un antiguo almacén portuario reciclado con muchísima inteligencia. Nada más entrar, una inmensa instalación de Anish Kapoor imposible de observar completa, puro juego de materia, color, fragmentos,... fantástico.
La Colección de la Modern Tate tiene cosas estupendas: algunos Giacometti espléndidos, las fotos de Sophie Calle y su mundo de ficciones (a ella iba dedicado el 'Leviatán' de Paul Auster), la maletita de Duchamp,... aunque también un par de dalís espantosos.
Intercalamos el recorrido plástico con cervezas sueltas que bebemos en la terraza de la Tate Modern, un espacio magnífico, frente al Támesis y la cúpula de St. Paul que nos atrae a su área de influencia cuando dejamos el museo y nos echamos de nuevo a la calle. La lluvia nos sorprende enfrente de la catedral y entramos al Cafe Dome a tomar más cervezas (sí... la meteorología adversa TAMBIÉN nos aboca el alcoholismo...)
Gran cartel en la barra:
. Don't accept drinks from anyone.
. Keep always an eye on your drink.
. Look out for your friends too.
. DRUG RAPE IS HAPPENING, MAKE SURE IT DOESN'T HAPPEN TO YOU.
www.drinkwatch.org
Y en la mesa de al lado, la hija de Vanessa Redgrave se toma un café y nos saluda con una sonrisa al marcharse. J.Q. y yo nos hemos dado cuenta de que los londinenses nos sonríen constantemente. Yo creo que es por mi pelo, que ha adquirido un volumen inaudito por culpa de esta humedad. Yo creo que es por eso.
Paseamos. Llueve. Entramos a más bares. Más cervezas. Otro gran cartel en una taberna al lado del Soho:
. CERVEZA. La cerveza es estupenda para ayudarte a olvidar que dejaste la tortilla en el fuego hace 45 minutos y tu casa está en llamas. ¡Cuidado con el alcohol y los incendios! ¡Qué directos son estos chicos!
Cena en un tailandés donde toda la comida arde y me da hipo, con un camarero regay a quien preguntamos por el club donde hemos quedado con Meretri Deboda. Nos indica cómo llegar y añade que es un sitio muy aburrido, que él conoce sitios muuuuuucho más divertidos. No lo dudamos, querido.
Esposados en Londres. Nos expulsan del primer bar (aducen razones de seguridad; no sé si para nosotros o el resto de los clientes). Pero no tenemos problemas en el resto. Bailamos esposados, con un gracejo y donaire que harían pensar que hemos hecho ésto toda la vida. Y hacemos muchos amigos. Qué simpáticos son los londinenses con los borrachos esposados.
Meretri Deboda y sus amigos toledanos nos encuentran en The Edge y - claro - lo flipan. Al cabo de un rato y, tras haber hablado con todos los chicos del bar, nos marchamos a otro lado diciendo adiós con las manitas (unidas) y nos encontramos con un amigo de J.A. que J.Q. hacía años que no veía. Nos vamos con él y con una amiga suya a hacer colas frente a varios clubs a los que finalmente decidimos no entrar. También ahí hacemos muchos amigos. Qué bien.
A las dos de la mañana, en plena calle y solitos, un muchacho con aspecto de delincuente bastante habitual nos hace proposiciones deshonestas. Y que después de tantas horas de farra, él sea el primero que nos propone hacer guarradas nos parece sospechoso. TAXIIIIIII! A WIMBLEDON!
J.Q. y yo nos montamos en el taxi y nos quedamos dormidos hasta que el taxista nos despierta al llegar a la estación de tren. Una de estas veces en la vida en las que recuperas la fe en el género taxista que podría habernos parado, perfectamente, en medio de la campiña o habernos llevado a su casa y degollado (tú dale a un inglés un pala y un jardincito trasero y te monta una fosa común en un pis pas). Pero este señor no. Este señor fue muy amable y nos depositó sanos y salvos en nuestro destino. Thanks Sir.
Mañana será otro día. El de hoy ha sido magnífico. Aunque J.Q. haya perdido su jersey azul marino. Y yo, la preciosa bufanda que mi amigo A. me regaló en Navidad y la estampita del Divino Niño que traje de Bogotá. Pero podría haber sido mucho peor. Me temo que sí.
NOTA: Cada día estoy más convencido de que J.Q. y yo estamos condenados a convertirnos en los Pajares y Esteso en versión gay. Buscamos un Ozores marica que nos saque del anonimato. ¿Algún voluntario?
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