AMIGOS (I)
A. y M.
me invitan a cenar como mínimo una vez a la semana en su terraza, me sirven una cerveza, varias copas de vino, un coñac infecto - a veces - o un buen whisky y me hacen hablar de mí todo el tiempo, como si no tuvieran bastante.
me preparan platos ricos (que a veces me dejo a medias, como anoche, siempre por motivos de peso... una veces del mío, otras de los motivos)
me dicen que soy un kamikaze emocional y les parece bien, no me lo reprochan. Solo me regañan cuando me hago el duro, cuando afirmo que a mí solo me interesa el sexo. Me regañan porque saben que miento (un poco, a lo mejor un poco).
A. y M.
me han salvado la vida tantas veces que se la debo.
A. fue el primero que hizo me hizo un chiste muy negro cuando supo que estaba enfermo
M. ha bailado conmigo las noches más lúgubres y me ha descubierto música que me acompaña, que a solas nunca habría conocido. Me ha regalado palabras nuevas.
A. me dio un trabajo nuevo cuando me estaba pudriendo, confió en mí y todo es mucho mejor desde entonces
M. me regaló una familia y me permitió ser la suya en Madrid
se ríen. me abrazan. me besan. me miman. me retan. me acogen. me soportan. me pasean. Y no me permiten ser el cínico que querría ser. El cínico que nunca escribiría estas cosas en su Diario, porque estas cosas son cursis y provocan rubor ajeno y comas diabéticos. Así es que la culpa es suya.
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