martes, marzo 09, 2004

UNGIDO


Cada noche, al llegar a casa, Sexo (en Nueva York y en DVD)
Esta tarde, me compré en El Corte Inglés la primera temporada de Los Soprano.
Así, la semana que viene, al llegar a casa, crimen organizado. Que no es un mal sustituto del sexo.

Ayer, terminé de leer "La poeta y el asesino", de Simon Worrall; una entretenidísima mezcla de la poesía de Emily Dickinson, las fechorías de Mark Hoffmann, un mormón ateo resentido falsificador pelín serial killer y los entresijos de la comunidad de Salt Lake City, además de una ligera y amena revisión de la historia de las falsificaciones literarias. Nada del otro mundo, pero muy divertido.

Esta mañana he empezado con la Biografía de George Cukor de Patrick McGilligan.

¡Y he conocido a UNGE (Una Nueva Gran Española)!:
UNGE, la amiga del Norman.
Me explico: hemos salido a tomarnos un café en ese erial donde ahora se halla mi nueva oficina y - tras encontrarnos con la estremecedora estampa de una marica moderna que lucía corbatón gris perla anudado alrededor de su cuello desnudo - nos hemos metido en el primer bar que hemos encontrado a recompensarnos el esfuerzo explorador con un pincho de tortilla y una Coca Cola.

Los menús del bar (que, por otro lado, es uno de esos que tienen teléfonos en las mesas para que la gente se insulte sin levantar la voz o para facilitar la tarea de atraer al camarero a la mesa propia a través de algún componente de la mesa de la que se encuentre más cercano) llevan ilustraciones de Norman Rockwell, que C. y yo hemos mirado con cierto interés, hasta que la camarera, la encargada, lo que sea, puesto que al fin y al cabo ella es UNGE, nos ha dicho:
"¿Os gusta? ¿Está muy bonito, verdad? Es que a mí el Norman me encanta. Tengo en casa una Acción de Gracias... ¡que es que los cubiertos hablan!"
Pues que hablen, que hablen, que nosotros nos hemos quedado sin palabras.

"El Norman". Eso sí que es tener interiorizados los referentes culturales. Sí. Sí. Sí.

Aunque al fenómeno de tener una única cámara de seguridad en el lugar apuntando directamente a la caja registradora sí que no sé cómo llamarlo. Lo mismo da. Ahí estaba. ¡Lo que deben valer esas cintas! ("y esa soy yo, dando cambio de veinte euros", "jo, pues sales fenomenal", "¿verdad que parece una película del Andy, de las de la Factoría?")

Cada día suscribo más la frase que leí la semana pasada: 'This world is a comedy to those that think, a tragedy to those who feel". Del Horace Walpole. Y como a mí, últimamente, me pagan por pensar, es que me troncho. Sintiéndolo mucho; me troncho.