martes, agosto 20, 2002

Desdoblamiento

El sábado vi en el cine una película cuyo protagonista se llama y apellida igual que yo, tiene una edad similar a la mía y unos (a grandes) rasgos físicos que podrían coincidir con los míos (pelo negro, ojos oscuros, nariz pequeña...).
Ya había visto a ese actor en otras películas y en series de televisión, pero nunca antes como protagonista, y ver su nombre, mi nombre, en la pantalla grande me produjo una rara sensación divertida y a la vez me hizo pensar en la posibilidad de que algún antiguo compañero del colegio, alguien a quien hace veinte años que no veo (¡que veinte años son nada! ¡JA!) hubiera estado en ese mismo cine, viendo esa película y pensado tal vez que él era yo; se acordara de mi nombre, mi primer apellido (de tanto escuchar a los profesores pasar lista, crecemos con una cierta memoria de los nombres y apellidos de nuestros antiguos compañeros de escuela. O al menos yo me acuerdo...), mi afición por el teatro (y lo teatrero, para qué lo vamos a negar) y mi aspecto de niño (pelo negro, ojos oscuros, nariz pequeña...) que podría haber crecido hasta ese mismo rostro y ese cuerpo.

Hay alguien ahí afuera que cree que soy actor.

Acabo de leer un precioso relato de Henry James titulado "El rincón feliz" en el que un hombre maduro regresa a su ciudad, Nueva York, después de treinta años de ausencia. Una noche decide quedarse en la gran casa vacía que habría habitado de haber vivido allí todo el tiempo que estuvo fuera, para encontrarse con quien ocupa la casa, que no es otro que él mismo si nunca se hubiera marchado.

Hay alguien ahí afuera que piensa que ocupo otro rincón.