sábado, febrero 22, 2003

Con flores a María (Genoveva)


Viernes: me llama mi amiga Cristina; tenemos que ir a ver a Genny y a su Niña Inés, recién nacida. Pues es verdad. Y desfacer el entuerto de las flores que nunca envíamos al hospital y Genny nos agradeció a ambos con un SMS al que reaccionamos de inmediato:

- Amore, ¿tú le has mandado flores a la Genny?
- Amore, ¿tú le has mandado flores a la Genny?
- Yo no.
- Yo no.


Así que nos fuimos al L'occitane para hacernos con un kit completo de cremas corporales y mantecas de carité; lo perfecto para una amiga recién parida que se enfrenta de nuevo con su cuerpo modificado. Mucha crema hidratante. Mucho gel antiestrías. Y un perfume de té verde. Flores, no. Pero a nivelón cosmético no nos gana ni el nieto de Max Factor, condenado por delitos sexuales (el pobre...)

Clínica La Milagrosa, un lugar del que guardo entrañable recuerdo de mi circuncisión. De la monja con toca que me inyectó la anestesia local en el prepucio y del médico que bromeaba sobre las aptitudes quirúrgicas del caimán encargado de la operación.
La Milagrosa, Virgen propietaria del hospital que, en lugar de habitar tradicional hornacina, ocupa el hueco del antiguo ascensor.

- Esta es la dueña del hospital, amore.
- Pues algo corrupta sería, porque está entre rejas.
- Ya,...


Cuarta planta, subidos en el ascensor moderno. La cabina se llena de catetos (los hospitales privados no son lo mismo desde la llegada de las igualas, esa es la verdad). Cristina se preocupa por un posible 'overbooking ascensoril':

- Amore, ¿cuántas personas pone el letrero que caben en este ascensor?
- No te preocupes, amore. Aquí, personas, personas, somos sólo dos.


Inés es linda. Bebé conmovedor, que bebe con fruición de las tetas de Genny. La recién estrenada abuela, la mujer maravillosa que hace un par de veranos me pidió en matrimonio, sale del cuarto de baño, me ve y nos abrazamos con tanto cariño. Está tan guapa:

- Mis hijas dicen que parezco una lesbianajaponesa.
- Pues lo llevas muy bien. Las dos cosas.


Nos tomamos un whisky a las seis de la tarde. Y nos vamos al rato. Conmovidos. Qué lindos son los niños de la gente a quien quieres...

Después tengo masaje y cena con J.Q., J.A. (que ha venido de París para unos días), Fernando, Sergio, Jaime, Antoñito y Micaela (que viene de un funeral, para variar...)
Le muestro a J.Q. las esposas forradas de peluche rojo que he comprado para nuestro viaje a Londres del próximo viernes. Cuestión de seguridad. Por no acabar uno en Brighton y otro en Liverpool, cada uno por su lado (¡qué malo es el alcohol!). Hacemos una prueba y se nos da fenomenal.

Cenamos. Unas copas en El Limbo. Y a casa. A dormir. Que mañana (bueno, dentro de un rato) enseño el piso - otra vez - a las 11:30. Hasta la mañana... muac.