jueves, enero 04, 2007

Hollywood

Vuelvo a despertarme temprano y mientras Mauro se ducha preparo el desayuno para los dos, en el que incorporo novedades del tipo: leche con Nesquick para Mauro y tostadas con mantequilla y mermelada de naranja amarga para ambos.

Consigo retener a Mauro cuando está a punto de marcharse a la oficina: llevaba puestas las pantuflas de andar por casa y por poco se marcha a trabajar con ellas. Con el lío del calzado, descubro al poco rato que se ha olvidado las llaves. No se puede tener todo...

Escribo acerca de un documental estupendo que vimos anoche, 'Control Room', mientras hablo con Javier vía GTalk acerca del nuevo proyecto que ha puesto en marcha en su blog: 3 486 784 401 reseñas de Nine Stories: Un proyecto. Decido que me parece precioso y me uno a la convocatoria. Mañana me toca hacerlo en Lector Ileso. Hoy no tengo tiempo.

Publico en mis Respuestas de Libro algo sobre la obra teatral de Orton que leí ayer ; ¿Qué tal envejecen los 'enfant terribles'? Y un lector cretino que firma como Momo comenta
¿Qué puedo decir? "NO A LA VIOLENCIA DOMÉSTICA", en este caso entre mariquitas.

Nos enzarzamos en una tonta discusión, un quítame allá esas pajas y cámbiate las letras del nick. Una estupidez. Que me relaja.

Salgo a la calle - una vez desconectado el ordenador, no más faltaba - y voy hasta la floristería que queda a un par de calles de casa y que Mauro me mostró anoche cuando fuimos a cenar. Compro tres clases de flores y regreso a casa con ellas. Creo que lo que más me gusta de comprar flores es cómo me mira la gente en la calle cuando se cruza conmigo. Cómo de algún modo se suavizan las miradas del resto de transeúntes que encuentro de camino.

Coloco las flores en tres jarrones diferentes, respondo una llamada que perdí del móvil de M. - la esposa de Javier . Proponen que vayamos esta noche al cine a ver Hollywoodland. Me apetece. En los Icaria a las ocho menos cuarto. Listo. Genial. Perfecto.

Me marcho a comer a mi restaurante de siempre, al del buffet libre de ensaladas de primero y un segundo a elegir. Elijo mi mesa favorita, frente a uno de los inmensos ventanales que dan a la calle, y mientras como leo La Vanguardia - me gustan Marius Serra y La Contra, donde hoy viene una entrevista con un Fuster psiquiatra que asegura que lo mejor para conservar la memoria es hablar idiomas - y el InStyle de Enero, en el que descubro cuáles han sido los 50 vestidos de 2006 - sólo dos diseñadores españoles: Juanjo Oliva y David Delfín. Y una preocupante recuperación de Versace.

Termino de comer y decido caminar Ramblas abajo, recorrer el Paseo Marítimo y llegar andando hasta los Icaria. Tengo cuatro horas, hace sol, y no he visto el mar desde que vine.

Ramblas abajo, leo carteles bilingües en los puestos de animales - qué buena memoria deben de tener estos catalanes - donde reivindican su derecho a vender pájaros (un derecho que parece que el ayuntamiento quiere dosificar de mejor manera). En español la cosa dice
Yo también quiero pájaros en Las Ramblas. Ayúdame.

'Pues yo no quiero. Que asco', pienso.

Las estatuas humanas - más humanas que estatuas en ese momento - se maquillan las caras o se fuman un cigarrillo mirando al infinito.
Todo tipiquísimo, precioso.
Me meto en un Carrefour Express que han abierto para retomar aliento después de tanta emoción tradicional. Os diré que me encanta entrar en los Carrefour del centro de las ciudades. Como habitualmente están en las periferias, cada vez que descubro un Carrefour urbano, me meto. Porque tengo la sensación de haberme teletransportado al lejano mundo de los parques comerciales sin haber tenido que salir de la ciudad. No venden aspiradoras. Qué mal. Hay teles, calefactores y microondas, pero no aspiradoras. Salgo a las Ramblas de nuevo. Una salida sin compra. Tanto tiempo soñando con el teletransporte, ¿para qué? ¿ves?

Centro Cultural Santa Mónica. Hay una exposición muy rara de un señor que da cita telefónica y obliga a Dress Code - riguroso negro. Y otra de un artista que hace esculturas de palabras con esculturas de letras. Pues vaya. Hay también una exposición simpática sobre artistas que fabrican bienes de consumo - y no son músicos ni escritores. No. Son personas como Jordi Labanda [¿artista?] que exhibe el pomo de una palanca de cambios con incrustaciones de Swarowski [LO JURO] que ha hecho para una serie limitada de nissanesmicras. [LO FLIPO]. O un señor catalán que diseña unas chapitas que yo me compré hace tiempo y que dicen 'SOY ARTISTA LOCAL'.

Salgo de nuevo a la calle, llego a la estatua de Colón del Puerto Viejo y después hasta la Barceloneta, donde me siento a tomar un café al sol frente al mar en una terraza, desde donde llamo a mi amigo A. para matarlo de la envidia - y también porque supongo que quiero compartir con él eso que tengo. Nos reímos, como siempre, y me cuenta algo que me encanta. Que la TDT en pruebas tiene cosas tan simpáticas como el rótulo informativo que aparecía en la pantalla con la sinopsis del episodio de 'Everybody loves Raymond' y rezaba 'Se supone que esto es gracioso'. JAJAJAJA. Dejo a A. a punto de salir al aeropuerto a facturar a una visita y sigo mi paseo.

El mar. La playa. La gente. Las grúas. Los volquetes. La playa de Barcelona parece un gigantesco terrario infantil.

Cines Icaria. Centre Comercial de La Vila. Feo e indigno. Con una joyería para latinkings. Un centro de belleza llamado Estetizen. Todo espantoso. Su único valor son los cines en VOS y el Supersol a cuya salida fotografiaron hace unos años a Chenoa y a Bisbal con las bolsas de la compra.

Me siento a tomar un café en una terraza y a leer 'Cortos' de Alberto Fuguet. Un libro en el que se encuentran cosas tales como
Conmigo perdió la virginidad. Pero no la inocencia.

Cágate...

Me llama MK. para despedirse antes de embarcar hacia París.
A.B. para proponerme que invitemos a A. y M. a la cena que dan en su casa de Madrid este sábado [por desgracia, no puede ser. Ellos están en Colombia hasta la siguiente semana...]

Siento frio y me meto en un café para fumadores del centro comercial. Otro sitio espantoso donde suena Maná a todo volumen. Aunque - es curioso - eso no me molesta para leer. Lo que me desconcentra es el televisor, sintonizado en Eurosport y donde retransmiten en directo una especie de gimkana de esquí masculino en la que los mozos caminan sobre la nieve cuesta arriba - esquí de fondo, imagino - y después se deslizan por una pendiente hasta llegar a un llano donde se tumban boca abajo y disparan sus escopetas contra unas dianas. No sé lo que es, pero me encanta esta prueba. Me parece maravilloso poder contemplar ese muestrario de nalgas heladas prietas en hilera, esa delicia en licra escarchada BANG BANG BANG.

Leo a Alberto Fuguet. BANG BANG BANG.

Hollywoodland. Pues bueno. Me pasé media película esperando que pasara algo y la otra media, meándome.

Volvemos caminando a casa. Es más de la una. Mauro duerme. Yo ya voy.

Hasta mañana.