miércoles, julio 14, 2004

Eardropping


En la Plaza de los Guardias de Corps, espero a un compañero de trabajo con quien he quedado para ir a ver un concierto de Wynton Marsalis. Tarda. Mientras me tomo una cerveza (más) y un pepinillo relleno de pimiento morrón y anchoa escucho a la pareja que ocupa la mesa junto a la mía. Se pelean por las vacaciones. Por los planes que habían hecho y se han ido al traste. Por lo que oigo, sus vacacaciones truncadas son una alegoría de su relación, y en la discusión utilizan términos como "rebajarse": verbo que - como todo el mundo sabe - jamás debe utilizarse en modo reflexivo, a no ser que seas Nuria Bermúdez, en cuyo caso el concepto transciende lo emocional para pasar a convertirse en competencia de la OCU.

Mi compañero de trabajo llegó, charlamos, y nos fuimos al concierto. La pareja de novios seguía peleándose en la mesa y me quedé con la intriga de saber si, al levantarse, habrían decidido "devolverse las cosas", otra expresión que les oí decirse y que me descorazonó.

Rebajas. Devoluciones. ¡Cuánto daño ha hecho El Corte Inglés al discurso amoroso!

Aunque yo me quede con Barthes, que escribió: (...)la miseria amorosa es indisoluble; se debe sufrir o salirse: arreglar es imposible (el amor no es didáctico ni reformista).