lunes, noviembre 06, 2006

Sinófilo total

Antes de llegar a china yo odiaba a los chinos. Me daban grima los chinos. Les tenía manía a los chinos. Sinófobo total.
Ahora que estoy en Pekín, adoro a los chinos. Me parecen simpáticos, tiernos, ingenuos,... Sí, es verdad, escupen en el suelo por la calle y mastican con la boca abierta. Es cierto... pero aún así, me chiflan los chinos.
Llevamos apenas 3 días en esta ciudad, y hemos pasado del clima veraniego al frio pelón, sin casi darnos cuenta. Por suerte, el viento helado también tiene ventajas y ha dejado el cielo limpio, azul. Algo que, me dicen, es rarísimo en Pekín.

Sábado 5 de noviembre. Tianamén solitario.
Por la mañana, visitamos un mercado chino fabuloso y después nos fuimos para Tianamén, cerrada al tráfico por causa de la cumbre China-Africa - no parece que nadie en Europa le esté dando mucha importancia a este acercamiento, pero es algo gordo. El gobierno chino se ha comprometido a invertir un pastizal en Africa y con eso no sólo se garantiza los votos de los países africanos en la ONU, sino que crea una alianza de lo más inquietante para Europa y EEUU. No os digo nada, pero ésto puede cambiar las cosas. Claro, que a mí no me preocupa demasiado, porque Mauro y yo ya hemos decidido que en un año, seremos chinos. Pekineses, para ser más preciso.

Recorrer las murallas de la Ciudad Prohibida SOLOS es una experiencia fabulosa. Un auténtico privilegio, en esta ciudad de 15 millones de habitantes censados y 10 millones de ilegales, no encontrar a nadie en un lugar tan impresionante es un lujo total. Y así lo vivimos, entusiasmados.

Después de la Ciudad Prohibida, un paseo por el Mall más lujoso de la ciudad. Un disparate de marcas de lujo a precios imposibles del que salimos aterrados para tomar un taxi que nos llevara al hotel a descansar, para más tarde ir a cenar a un lugar escondido, junto a una zona de hutones alrededor de un lago. Un sitio espléndido, una especie de bar de menú chino donde éramos los únicos clientes que quedaban, después de que los comensales chinos se hubieran retirado hacía ya horas.

Y de ahí, a Destination - aka Desperation - pequeña discoteca gay, y la más cool del momento, parece. Peinados imposibles, códigos de ligue gay universales, música electrónica y algunos occidentales infectados por la 'fiebre amarilla'. Esa rara enfermedad que, tras un tiempo en China, provoca que a uno le empiecen a gustar los chinos (que, a todo ésto, NO son amarillos, sino morenos). Allí nos tomamos una cerveza y, agotados, nos vamos a descansar al hotel.

Domingo 6 de noviembre. Un día de turistas
La Ciudad Prohibida por dentro. Espectacular.
El Silk Market - un enorme centro comercial de lo falso. Aterrador.
Cena en el restaurante giratorio de la azotea del hotel. Delirante.