viernes, mayo 04, 2007

Vuelvo al título primero. Al que está escrito en el panel que hay en mi escritorio. Al que creo que define la historia que estoy contando, y que surge de una de mis frases preferidas del libro,

''Qué mansos os volvéis cuando os follamos''.


Hablo de eso. De una mansedumbre impuesta o impostada.
Hablo de sexo. De lo que tiene el sexo de construcción cultural y de instante de verdad. Siempre he pensado que el rostro no puede mentir durante el orgasmo. Aunque eso es casi lo mismo que decir que ''la cara es el espejo del alma'', y esa clase de sandeces.
Pero no me parece una sandez esa relación del sexo con la gran mentira y la gran verdad. Lo que pasa es que la gran mentira me parece bastante más interesante que esa ''gran verdad'' que tampoco es tan grande y muestra sólo un instante en el que somos nosotros sin fingir y sin defensas.
La pena es que seamos tan poco.