sábado, marzo 27, 2004

En el Café Diurno. Reflexiones en directo.


Anteayer se vendió Kelkoo a Yahoo por 475 millones de euros. Yo trabajé en Kelkoo hasta hace un mes. Soy accionista. Lo que significa que de esa millonada me toca un pellizco nada despreciable (pero que tampoco me cambia la vida).

No estoy feliz. Es raro. No es tampoco aquéllo de que el dinero no da la felicidad. Es quizás que no sé si hay algo que celebrar.

No sé si lo que ha sucedido les quita la razón a quienes me consideraron un imbécil por dejarme en el proyecto tanta energía. No lo sé. Tampoco sé si era ésto lo que quería.

¿Me estoy traicionando? Me había prometido que si llegaba a suceder algo así me retiraría a escribir. Y estoy metido de lleno en un nuevo proyecto empresarial.

Esta venta es otro vínculo roto, otro ciclo cerrado. Otra espera menos. (¿Espera o esperanza?)

[¡Que deje de sonar Piazzola que acabará por hacerme llorar!]

[los espejos se encienden con los mecheros,
el ventanal se abre a los espejos]

¿Será todo - simplemente - efecto del shock?

[entender en silencio
el bucle de las cosas
que pesan cuanto caen para cerrarnos
las vías más livianas de partida,
los puntos orientales más extremos,
la verdad de la voces.
De la tribu]