jueves, junio 19, 2003

"Las andanzas de Kip Parvati", de Miguel Larrea

Me gusta la buena literatura juvenil. Aunque todos los buenos libros son literatura juvenil: en algunos se pierden y en otros se zambullen, pero no hay libro que no pueda leerse con 12 años. No hay buen libro que haga mal a esa edad.

Ayer por la tarde leía en una cervecería de la Plaza de Santa Ana el libro de mi amigo Miguel, que me está encantando, y me devolvía a los veranos de lecturas felices, al terminar el curso, en el jardín.

Me reconozco devoto de Kip Parvati. Porque Kip es Stevenson, Kipling, es un libro de aventuras que leí de Carmen Kurtz. Y es también Conrad en alta mar. Es incluso Auster, cuando juega con el dinero y el azar.

Aunque en realidad sea muy Miguel Larrea. Y contenga su bonhomía, su entusiasmo por la vida, su fascinación por el mar y por las personas. Y en esto debo estar de acuerdo con Javier Marías: la talla humana del escritor acaba plasmándose en su obra. Para bien, en este caso.

GRAN NOTICIA: "Las andanzas de Kip Parvati" está en la Lista de los Más Vendidos en La Casa del Libro. Por delante de De Prada y de Gala... esos dos grandes perpetradores de prosa melíflua y prescindible. De libros que al abrir por cualquier página al azar supuran frases tan execrables como:

"crecían almorranas en el alma"
"Laura zapeaba con premiosidad en busca de un noticiario que aclarase la turbamulta de rumores confusos que llegaban desde allende el océano"
"Por un segundo, me sentí como un vagón desenganchado de la vida, herrumbroso y abandonado a la intemperie en mitad de un desierto."
(LA VIDA INVISIBLE, De Prada)

"Dicen que la juventud es tu edad predilecta, y dicen que la primavera es el tiempo en que sueles aparecer, Amor. Yo no puedo creerlo. Tú, que marcas el rumbo de las constelaciones, y diriges hasta los más pequeños ritmos de la tierra; tú, que conduces a los perros por los delicados caminos del olfato, y engarzas a las mariposas con larguísimos hilos invisibles; tú, que embelleces a cualquier criatura para seducir a otra, y organizas imprevistos y suntuosos cortejos nupciales, no puedes restringirte a una edad ni a una hora... "
(EL DUEÑO DE LA HERIDA, Antonio Gala)

¡PUAJ!

Muchas gracias de nuevo, Miguel.