viernes, octubre 18, 2002

Lecturas de trayecto


Ayer...
... como cada mañana de diario me dan las 8:15 en el andén de la estación de metro (excepto los viernes que me encuentran en la ducha a esa hora. Los viernes, en taxi). A la llegada del suburbano (Próximo tren llegará en: 01 min.) me sitúo a la izquierda de la última puerta del último vagón, con el bolso en bandolera/ bayoneta y milojos para no perder la ocasión de aprovechar uno de los asientos que dejan libres quienes se apean en mi estación.

¡BINGO! Lo conseguí. Me senté. ¡BINGO!

Coloco el paraguas entre mis piernas y el bolso sobre ellas para sacar de él mi libro ("Fabulosas narraciones por historias", de Antonio Orejudo, el autor de "Ventajas de viajar en tren") y mi abanico amarillo pollito para aliviar los sudores que me entran ("el populismo está bien... para otras", como me escribió hace poco en un SMS mi amigo J.Q.). Justo antes de abrir el libro por la página que señala el marcador e inmediatamente después de dejar el bolso bajo mis pies, miro a mi derecha, a mi compañero de asiento... ¡y es él! El muchacho fornido tan guapo con el que he venido coincidiendo algunos días en este mismo trayecto desde hace tres años. Y hoy, por primera vez, estamos sentados juntos

- júralo guarra, di que no lo has hecho a propósito
- lo juro. ¿Tú crees que yo soy capaz de ver más allá de la tentación de un asiento vacío a estas horas... y con esta pierna?
- Pues también es verdad.
- Pues eso.


El también va leyendo, pero aunque miro de refilón no veo el qué. Parece un ensayo sobre la Transición española; alcanzo a ver una cita de Martín Villa. Qué pereza esta manía de los heteros por el ensayo histórico, ¿no?

Próxima Estación: Plaza de Castilla. Cierro la novela de Orejudo. El también cierra la suya y antes de que la guarde en la mochila, veo la portada: "...Y al tercer año resucitó", de Fernando Vizcaíno Casas:

Te lo habría perdonado CASI todo. Pero esto es too much...