martes, noviembre 11, 2003

Hechizado

Ayer me tendría que haber despertado a las seis de la mañana, pero el despertador no sonó y eran las siete menos cuarto cuando abrí los ojos y descubrí que sólamente quedaba un cuarto de hora para que llegase el taxi que tenía que llevarme al aeropuerto, así es que abrí los ojos mucho, porque los ojos de susto pudieron a los ojos de sueño, salí de la cama corriendo, me duché, me vestí, besé a mi novio, lo arropé y salí a la calle nada más recibir la llamada de la compañía de taxis para decirme que el mío estaba en la calle. Con las prisas me dejé los libros en la mesilla de noche: el libro de Gamoneda y 'The Rebel Angels' de Robertson Davies, que había empezado a leer el viernes en el avión y me estaba encantando. Por eso ayer, al salir de la oficina, me compré "París no se acaba nunca", de Vila-Matas.

"París no se acaba nunca", de Vila-Matas tiene un comienzo excelente:
"Fui a Key West, Florida, y me inscribí en la edición de este año del tradicional concurso de dobles del escritor Ernest Hemingway."

Cuando venga mi novio el viernes me traerá los libros y volveré a coger el de Davies. Porque el de Vila-Matas me lo pienso zampar en un par de días. Porque Vila-Matas es el único escritor bueno que escribe lo más parecido a como yo soy capaz de hacerlo. Y disfruto horrores con él.