sábado, octubre 05, 2002

EL OSCURECER (Un encuentro)

Había un pájaro decapitado en el poste de la luz,(...)


Son las siete y media de la tarde de un sábado de octubre revíspera de mi cumpleaños (treintayuno) y acabo de terminar de leer la última novela de Luis Mateo Díez, una historia de vejez, encuentro y extravío triste, emotiva, desgarrada, seca. Una historia que Díez sitúa en el territorio imaginario de Celama (como ya hiciera en El espíritu del páramo y La ruina del cielo); un espacio rural en decadencia cuyos habitantes son conscientes de que no se muere de una vez, sino de muchas muertes, muertes pequeñas (petite mort en francés es también un modo de denominar al orgasmo). Un lugar donde la colza dejó muertos en vida.

- No le temo a la noche... - (...) - es el oscurecer el que me quita toda esperanza.

Díez habla de vida, de muerte (... hablabas de vida, de muerte, que suerte, tenerte... Carlos Berlanga, "Si no es por ti"), del espíritu y el olvido con una precisión tal en cada palabra que da vértigo, y muchísima envidia. Leer a Luis Mateo es abandonarse a la literatura depurada, sostenida por el lenguaje y las historias, sin apenas referentes de actualidad, literatura suspendida, literatura de lector.

(...)el que cuenta todos los secretos ya sabemos que vacía el alma, se pone melancólico y luego con un poco de mala suerte se enajena.

Luis Mateo Díez es hermano de mi profesor de literatura de BUP y COU, y he coincidido con él en varias ocasiones. Es un tipo encantador que siempre se acuerda de mi nombre y me anima a que persevere en la escritura.

El pájaro decapitado se había desprendido del cable.