jueves, marzo 15, 2007

Temer se debe sólo a aquellas cosas

que pueden causar algún tipo de daño;

mas a las otras no, pues mal no hacen.
Busco a Nacho M. en Google. Y aparecen dos.

1. Diseñador de interiores de Barcelona, a cuya web se accede por la url de su nombre ['la uerreele de tu nombre...', un precioso octosílabo], en cuya web sólo aparece la url de su nombre - alineada a la izquierda - y la opción de clicar sobre ella para contactar por mail.

2. Un piloto de una aerolínea comercial cuya fotografía aparece en un blog. Está feo y calvo. Pero tiene los ojos claros. Podría ser él.

De Beatriz M. no encuentro nada. Bueno, sí. Un nombre como el suyo en una convocatoria de antiguos alumnos de una universidad del Opus Dei...
Beatriz. Beatriz de Dante, claro. De la Divina Comedia. Lo sabía pero no lo había pensado. Recién ha aparecido en el poema.

Yo, Beatriz, soy quien te hace caminar;

vengo del sitio al que volver deseo;

amor me mueve, amor me lleva a hablarte.
Beatriz. Y Nacho.
Nacho he llamado al amigo perdido del protagonista de la historia. Nacho es el primer amigo gay del protagonista, con el que fue por primera vez a la sauna donde sucede la noche de la narración presente, en primera persona. Nacho es él. La tercera persona. Del pasado.

Nacho M. fue - también - el primer niño de quien me enamoré en el colegio. Creo que no sabía aún que estaba enamorado de él. Creo que por eso pensé que estaba enamorado de su hermana, Beatriz. Que era una belleza con enormes tetas.

No me había acordado de Nacho y de Beatriz en años. Hasta hoy. Ni siquiera sabía por qué ese personaje - que es S. - se llama Nacho en mi historia.

Nunca hace suficiente calor en la sauna finlandesa. Y el constante goteo del techo de la sauna turca resulta desagradable, es tan repugnante sentir una gota de un agua espesa sobre la cabeza o el hombro como lo es sentir al sentarse el contacto de la piel de la espalda o de los muslos con los baldosines húmedos que recubren las paredes y esa enorme bancada a dos niveles que ocupa toda una pared, como un par de filas de asientos de unas gradas en una plaza de toros, o de un estadio sin butacas. O como los dos últimos escalones de bajada al infierno. O los dos primeros de subida. La sauna turca de la Sauna Adán bien podría ser el infierno, con ese vapor, ese olor, ese calor.


De repente, me encuentro con el reto del Infierno sin Dante a mano. Toca leerse a Dante.
A mitad del camino de la vida,
en una selva oscura me encontraba
porque mi ruta había extraviado.
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Dante nació en 1265 y se consideraban los treinta y cinco años como la mi­tad de una vida normal. La acción de la Comedia tiene lugar en la Semana Santa de 1300, dando comienzo, según la mayor parte de los intérpretes el Viernes Santo, 8 de abril, y acabará siete días después.

La selva oscura es la vida viciosa, el pecado; pero también la confusión de su pensamiento; e incluso la turbulencia política.

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Mal empezamos. Tengo 35 años.
No puedo seguir escribiendo hasta que no termine de leer a Dante.