miércoles, enero 22, 2003

Literatura de autobús


Se lo contaba esta mañana a mi amigo J.Q. en un mail:

"Hoy - por fin - empiezo el gym. ¡Qué emocionante! Jajajajaja. Un gym para un gordito es siempre un reto.

Esta mañana en el autobús (ya no vengo en metro: cojo dos autobuses. Necesito luz. "Más luz" - estoy muy Nietzsche ) he escuchado a dos empleados de la Casa de América relatar detalles sobre la entrega de uno de sus premios literarios (el de Narrativa Joven) y he quedado estupefacto: actores desnudos paseando con gallinas atadas a los testículos. Una de ellas, muerta. La otra iba comiendo el pienso que le tiraban por el suelo. La ganadora del asunto es una muchacha en tratamiento psiquiátrico a quien su terapeuta recomendó que escribiera todo lo que se le pasara por la cabeza y al responsable del premio en Casa de América le pareció el colmo de lo transgresor y decidió darle el premio. Convencer al jurado de que HABÍA que darle el premio. También me he enterado de lo que declaró la muchachita cuando le entregaron el premio: "Esto confirma lo que he pensado toda la vida sobre los premios literarios: siempre se los dan a los mediocres..." Qué locura más lúcida. Sí. Sí. Sí.

Y hay más. Mis sospechas han sido confirmadas: los jurados de relumbrón cobran por ser jurado y acatar la decisión de la Casa de América, que les envía un mail con el voto que tienen que emitir para que simplemente lo reenvíen. Gente como Vargas Llosa y Savater (la empleada de la Casa de América decía que se había llevado un chasco con Savater) se han prestado a eso (Vargas Llosa se trajo a su mujer y se alojó en una suite..., como todos los demás). También el ex presidente Zedillo tuvo algo que ver (no me he enterado muy bien), aunque él parece ser que fue cabal y dijo que en vez de Iberia, prefería Air France, pero que se lo pagaba él mismo. Y que aprovechaba la estancia en Madrid para quedar con su hijo, profesor de Yale, con quien hacía un año que no se veía...

Me encanta viajar. Incluso en autobús."