sábado, octubre 12, 2002

Rara resaca


Anoche llegué a casa a las dos de la madrugada. Baltasar me esperaba despierto y salimos a pasear; yo, con mi cojera y bastante borracho (¿2, 3 botellas de vino, 2, 3 mojitos?) y él, feliz. Hasta que decidí que era mejor que cada uno durmiera en su casa, en su cama.
Pero esta mañana me sentía culpable y madrugué para ir a verlo. Sin rencores. Yo, mejor de mi cojera y con resaca y él, feliz.
De nuevo, he vuelto solo a casa. Voy por la tercera taza de café y escucho lo último de Astrud:
Sé que cuantas más veces te lo diga peor será.
Ya lo sé. Sabes que lo sé. Allá voy otra vez:
"Te quiero", "la culpa es mía",
"Échamela a mí, la culpa".
No intentes cambiarme; échame la culpa.


Mi terapeuta me dijo ayer, mientras me retorcía la pierna izquierda, que la parálisis física tiene mucho que ver con la culpa que arrastro y el miedo ante lo que me espera, ante lo que creo que me espera y desconozco. Puede ser. Yo es que la culpa la he llevado siempre fatal. Desde pequeño.

Dentro de unas horas, comida familiar en casa de mi hermana para celebrar mi cumpleaños y el de mi cuñado. No sé si contaré lo de mi divorcio. Ya veré. Qué raro estoy... rara, como encendida te vi bebiendo linda y fatal. Bebías, y en el fragor del champagne, loca reías por no llorar...