sábado, enero 25, 2003

Viernes


Ayer empezó como un día idiota. Mucha tos expectorante (hay que reconocer que no es el colmo de la sofisticación) y ganas de llorar de repente. Y llorar de repente. No es nada (es un suspiro, que diría Cernuda). Supongo que se me vino todo encima y tanto peso hizo presión en el lacrimal.
Por la mañana, estuve trabajando desde casa, hasta que justo antes de comer hablé con mi jefa por teléfono y le dije que no podía. Que hoy, no. Que necesitaba una tarde bonita. Salir a comer, pasear al sol, ir de compras, al cine...
Mi jefa que es muy buena (y muy guapa, y me lee, jejeje, besitos, cielo) lo entendió y me mandó a paseo. Al que yo quería dar esa tarde. Bien.
La tarde de ayer fue una gran tarde de comida con amigos, de rebajas, de paseo, de mensajes al móvil.
La noche de ayer fue una gran noche de cena con Micaela y VyF. De copas. De correos electrónicos.

[NOTA: He eliminado el sistema de comentarios. Algún día os contaré. Ojalá.]