lunes, septiembre 22, 2003

El final del verano

El viernes salí a las 3 y comí con Cristina y Mijuli en nuestro japonés de andar por casa; el Chuchito.

Después, Cristina y yo nos fuimos a Hermosilla a conocer el nuevo Zara Home (muy colonial, muy de algodones buenos y un aire más próximo al Banana Republic Home que a Ikea o Hábitat - que cómo está Hábitat este año... ¡qué horror! ¡La formica al poder!).

Tras ello, compramos en el Ording&Reda de El Corte Inglés que antes fue Marks & Spencer y nos sentamos en la terraza que hay delante a tomarnos un café y sufrir un ataque a la estética, y al buen criterio.
Ni en pleno cogollito puede uno mirar tranquilo alrededor, sin arriesgarse a descubrir víctimas (¿inocentes?) de burning pilings. Overdoses de cuadro Burberry (¿lo que es bueno para tu bolso es bueno para ti? ¿seguro?).

Aunque, además de castigar nuestra retina, nos dedicamos a poner a prueba nuestro ingenio social, tratando de identificar:
- quién VIVE en el barrio
- quién TRABAJA en el barrio
- quién ESTÁ DE COMPRAS en el barrio
(una animadísima porra. Casi tanto como apostar quién la palma antes: El Papa, Arafat o Copito de Nieve...)

Por la noche, cenamos los cuatro juntos. Y Jorge (en la foto) me preguntó: "¿Tú eres el erudito llegado de arriba?" Cágate.

[Ya tenemos nuestros billetes a Colombia (22.12.03 - 17.01.04).
Ha sido un fin de semana lleno de amor y de amigos. Ajetreado y en paz. ]

Y no. Yo no soy el erudito llegado de arriba. Aunque esas cosas no se las puede uno decir a un niño; porque le rompe un mito. Se llena los tacones de barro. Y no está bonito. Bastante tiene con asimilar que tengo novio y soy un chico. Bastante tiene con asimilar - una vez asimilado lo mío - que su padre también es un chico, pero no tiene novio.

Feliz semana a todos. Feliz llegada al otoño.