miércoles, junio 11, 2003

I.C.


Hacía - ¿cuánto? ¿un año? - mucho tiempo que no nos veíamos. Anoche cenamos juntos y sigue exactamente igual que siempre. Igual que hace - ¿cuánto? ¿doce años? - lustros, cuando nos conocimos por primera vez.

Ella pone firme al tiempo y mientras tanto yo me hago más viejo, adelgazo, engordo, pierdo pelo en las piernas y lo gano en la espalda. Ella no: ella mantiene ese aspecto sereno, fascinante, serio (engañosamente serio en ella).

Nos cuenta que ha estado dos meses en Guatemala, donde ha trabajado con un herrero en Antigua. Ha inaugurado una exposición. Ha dejado una de sus orquideas enormes junto a un lago. Ha recorrido el país a salto de amigos.

Cada vez que la veo y hablo con ella, sospecho que podría hacerme otra vida, salirme del círculo y hacer lo que realmente me gusta para vivir.

Ojalá sea capaz algún día. Me atreva. Aunque no llegue a hacer cosas tan hermosas como ella; que pinta sobre rocas para embellecer recorridos. Cuadros cuyas imágenes trae de viajes. Preciosas vajillas...