martes, julio 06, 2004

Suicidio

Ayer sufrí un nuevo alipori vespertino: salí del trabajo a las nueveymedia de la noche, con la cabeza como un bombo, la vista nublada y mareado. Me subí al autobús que me lleva a la ciudad e intenté leer el 'Status Anxiety' de Alain de Botton, que es lo que tengo ahora entre manos después de haber terminado y disfrutado tanto "Ventanas de Manhattan" el domingo en la piscina del Hotel Emperador (donde coincidimos con Ruphert, que nos pareció genial por su capacidad de hacerle la envolvente a unas millonarias argentinas que estaban allí tomando el sol y asegurarse una semanita de bien pagados servicios de "peinador". Bien por Ruphert, chico listo).

Llegué a Madrid, a casa y decidí suicidarme: 6 sandwiches de Rodilla de queso con tomate, un litro de Coca Cola Normal y cortezas de cerdo; una dosis que - combinada con American Pie en la tele - me pareció que sería rápida y mortal, como Charito Piedra en el Oeste.

Sobreviví. Me cago en Gloria Gaynor.

[Para terminar esta tragedia truncada, una dedicatoria, mi nuevo grito de guerra, querido new opus guy: ¡CONVERTIRÉ TU ESCROTO EN MI ACERICO! ¿Críptica? Ya era hora, coño. Que yo también tengo derecho a un poco de intimidad. Hasta mañana, si es que sobrevivo a las gradas del Patio del Cuartel de Conde Duque... segundo intento de suicidio consecutivo. Para que luego digáis que no soy tenaz.]