miércoles, enero 21, 2004

Bogotá al fondo

Día de los Inocentes, Magnolia - enorme capacidad dramática - me llamó por la mañana para decirme que el Niño no había llegado aún de la fiesta de la noche anterior, MIERDA. Y eso que insistimos en que llamaran un taxi desde la casa, que no salieran andando a esas horas por La Candelaria, MIERDA, el Niño, JODER, el Niño.
Día de los Inocentes. Escucho a través del teléfono a todos riéndose de mí.

Guayabo tras la fiesta, toda la mañana solos en la casa con Bogotá al fondo y por la tarde cena en casa de Gloria Mejía, una pintora de 75 años que vivió en Madrid en los años 60 y fue amiga de Caballero Bonald, Antonio Gala ("me he enterado de que Antonio está triunfando mucho..."), una mujer que nos lleva a visitar la casa que se está construyendo en La Calera, alrededor de una enorme roca con forma de sapo e inscripciones sobre ella. Una mujer que conserva la memoria, el entusiasmo y la vitalidad necesaria para seguir pintando cada día retratos de imaginarios, fondos marinos, animales que desaparecen o a Shakira tras un velo.

Paso todo el 29 solo en la casa, leyendo el malpensante; una fabulosa revista cultural bogotana donde se encuentran desde las razones por las que Coelho es tan malo, hasta la transcripción de las declaraciones de Oscar Wilde ante el juez durante el juicio que le llevaría a Reading (paradójica condena para un escritor).

Paso el 29 escribiendo, en paz, mirando hacia los cerros, en silencio y con Schumann de fondo, que me da ganas de quedarme callado, con la sensación de estar donde tengo que estar. Con quien deseo.

Fiesta de Fin de Año en casa de Fernando, con lentejas, iconostasios, duetos de Rocío Dúrcal y Juan Gabriel (¿Juan Gabriel y Ana Gabriel son la misma persona o Ana Gabriel es un hombre?), Dieguito acosado por el Duque de York (Ham), la ciudad a oscuras desde el aire, abrazos, besos, champagne, mi señó que llega tarde, pero llega, y mañana nos curamos todo esto con un sancocho de pollo que nos va a dejar nuevos.

2 de enero. Ayer nos curamos todo con un sancocho de pollo que nos dejó nuevos.

Hoy nos vamos a Cali. Por la mañana viene Milena a limpiarnos la casa para que cuando vuelva Margarita Mora se la encuentre reluciente. Abro la puerta:

YO: Hola.
MILENA: Hola.
YO: ¿Cómo está?
MILENA: Muy bien señor, muuuuuuuuuy Milena.

¡Toma ya egotrip!

(Continuará...)