martes, enero 07, 2003

Adiós a Bogotá con un beso


Paseamos por los jardines de La Universidad del Niño, La Candelaria, la Plaza de Simón Bolívar con luz de día, la Plaza de Simón Bolívar de noche y sin palomas. Estuvimos en la Biblioteca Luis Angel Arango. Recorrimos la Séptima; Mi novio es un zombi, sonaba en una tienda de discos y llegaba hasta la calle.

Al día siguiente, el Parque Simón Bolívar. La Biblioteca Virgilio Barco. Después almuerzo en casa de Macla y más tarde, últimas compras. Cena en la Casa de la Montaña. Mucho que celebrar.

El domingo subimos a Monserrate en teleférico y bajamos en funicular. Fuimos a despedirnos de la abuelita, de Harid, de Jairito y Héctor, de Melva, de Angelita, de Fernando, de Melva, de Chicha...
Magnolia nos preparó un Ajiaco delicioso; un Plato Nacional que debería ser Patrimonio Cultural de la Humanidad. Lo mismo que ella.

(Y no podía sacarme de encima las ganas de llorar).
Nunca más maldeciré la Navidad... porque me acordaré de ésta.
Nunca había llorado en un aeropuerto.

Tenían razón todos los que temían por mi seguridad en este viaje a Colombia: regreso acribillado. Desangrado.

Poder levantar
en esta ciudad tan fría
otro Bogotá...
o regresar.