viernes, junio 25, 2004

Humor


No soy un humorista. "Dios es un humorista", como decía Mountolive en El Cuarteto de Alejandría. Yo no. Estoy de acuerdo con Durrell.

Ya no me hacen gracia mis chistecitos, mis vueltas de tuerca pretendidamente jocosas o mis jijisjajás. Ni los míos, ni los que leo en los diarios de los demás.

No creo que tenga nada que ver con atravesar un momento solemne, ni andar inaugurando una depresión o estar cansado. Pienso que tiene más de necesidad de observarlo todo durante un tiempo más largo.

En mi caso, al primer vistazo surge el chiste. Pero si me quedo mirando, pierde la gracia y descubro algo más. No mucho. Que tampoco es que uno sea sesudo contemplativo.

Será el verano, que lo enlentece todo. O andar enamorado.