sábado, noviembre 30, 2002

Terapia


Esta mañana (al fin un post que no empieza con "Anoche...") mi masajista puso su mano en mi tripa y fue dedo en llaga. Primero empezaron a temblarme las piernas, después la cadera y fue subiendo hasta llegar al rostro. Y al llanto. El sabía muy bien lo que estaba haciendo. Yo también: temblar de miedo. Llorar porque extraño una mano así, ahí. Después nos reímos los dos cuando le dije que era patético que tuviera que pagar para que me tocaran [Qué risa. Ja. Ja. Agh... aaaaagh]

Estoy en casa, dos horas después del masaje y sigo temblando. Pero he dejado de llorar. Y he escrito un poema:

miedo
tiemblo
de la mano en el vientre
un llanto
sólo sollozo
temblor
que abrazo llorar
acariciar mi cara
temblar