miércoles, diciembre 11, 2002

Divino París [La Nuit]

(...)Negra es la luz y hiede.
Mi vana castidad es repugnancia,
y es más débil el odio que su amor.
Ha cesado la luz, no existen días,
y será inacabable este acto inmundo.

Francisco Brines, DIALOGANTE HEDOR


Despido a mis amigas y entro de nuevo en L'Impact. El portero me pide ocho euros y que me quite la ropa. Inexplicablemente (o no tanto, si tenemos en cuenta todo lo que he bebido y que no he comido nada desde la baguette del mediodía), ninguna de las dos cosas me sorprenden. Es más, me parecen fenomenal.

Pago los ocho euros y a cambio recibo un ticket de consumición, una bolsa de basura, de esas azules medio transparentes, y las instrucciones: "ahora entras al bar, te quitas la ropa (quédate con los zapatos puestos), la guardas en la bolsa de basura, la cierras y se lo das todo al camarero". Pues parece fácil. ¡Allá vamos!

Yo no me esperaba un camerino de La Scala de Milán, pero tampoco que el sitio donde tuvieras que desnudarte fuera - precisamente- la misma barra del bar, donde un hombre desnudo sentado en un taburete se toma una cerveza y un camarero con un suspensorio me da las buenas noches. En fin... ya que estamos aquí... todo fuera, excepto los botines y las gafas. Todo a la bolsa de la basura... y ahora...

Supongo que entre el alcohol y el Impact se me va un poco la cabeza y en vez de hacerle entrega (en este sencillo acto) al camarero de la bolsa de basura y el bolso Puma (eso sí: colgado en bandolera, pues menudo soy yo...), decido volver a salir a la calle y entregárselo todo al chico de la puerta que, de un empujón me devuelve adentro: "to the barman, not to me, to the barman..." ¡Qué vejación! ¡Qué frío! ¡Qué mamarracha!

Barman. Bolsa. Bolso. Ticket.
Cerveza en vaso de plástico, porque en la parte de abajo no se permiten envases de cristal. Y un papelito con un número para recoger después mis cosas. El barman me pide mis iniciales para apuntarlas en su copia de mi papel. Normal. Nombre y apellido real deben ser la clave más secreta en este sitio. Menos mal que traigo los botines y me puedo meter el papelito en un lateral.

Escaleras abajo, debo ser la envidia de Norma Duval: desnudo, pero calzado... Lástima que no haya música, porque si no... se iban a enterar. Tanto Moulin Rouge, tanto Moulin Rouge, y tienen que venir los extranjeros a darles lecciones de vedettismo profesional cerveza en mano.

Nada más llegar al pie de la escalera me encuentro: enfrente de mí, un espacio rodeado por rejas donde un tipo enguantado en látex ejecuta el típico relleno de pavo Thanksgiving, conocido vulgarmente como fist-fucking. El fist-fucked está tumbado en una especie de potro, con las piernas en lo alto y los tobillos enganchados a unas cadenas que terminan en un par de estribos de cuero. Muy porno, muy porno, pero el amigo lleva unos mocasines y unos calcetines de lana de color burdeos que le quitan muchos grados a la escena.

A mi izquierda, una gran camilla ocupada por uno, dos, tres, cuatro... muscled naked que de pequeños debían ser buenísimos jugando al Enredo. ¡Qué barbaridad! Y justo al lado de ellos, un maromo en pie cuya polla es devorada - en riguroso orden - por tres arrodillados. Polla que - he de admitir - serviría para sustituir al tradicional Roscón de Reyes de la Plaza Mayor de Madrid. Es más; desde aquí sugiero a Aldeas Infantiles y a Alvarez del Manzano que se renueven un pelín, y contraten a este señor para darnos de desayunar a todos los madrileños en tan entrañable fecha.

[Respiro. Monólogo interior (gracias, JamesJoyce).
Esto no es normal. Esto es una peli porno. Un homenaje a la literalidad: muscle (mucho). naked (del todo). Y a mí, ¿por qué me han dejado entrar? Porque aquí son todos megateta, megapolla, megaculo... Seguro que en España hay de ésto, pero al menos con Chenoa de fondo no se escuchan estos ruidos tan jarcor. ¿Y este? ¡Qué manera de sorber! Mmmmm... tú venías con hambre de casa, ¿eh? ¿Pero qué hago yo aquí? Esto es lo que le faltaba a mi ego maltratado. Y más después del frío que he pasado. Porque yo nunca he sido pollón, pero ésto es una pena. Si me preguntan, les digo que es culpa de 'le froi, le froi...' ¿Qué hora será? Yo me marcho al hotel. Esto tengo que contarlo. Esto tengo que contarlo.]

Mi amiga A.B. está despierta cuando llego. Le cuento y no da crédito. Me meto en la cama, me coge la mano y me recuerda que yo valgo muchísimo. Por más que esos halterofílicos maricones me hayan ignorado. Y es verdad que valgo muchísimo, pero - no nos engañemos - vestido y en castellano valgo mucho más.


Divino París [Día Dos]


Nos plantamos en la esquina de una plaza llamada Place Vendome y si te pones de espaldas al monumento que hay en medio y echas un vistazo lo único que ves es el rótulo de Coty. Yo le dije a Dorothy:"¿No te parece emocionante pensar que éste es el lugar histórico en el que el señor Coty hace todos sus perfumes?". Entonces Dorothy dijo que suponía que el señor Coty había llegado a París, la había olido y se había dado cuenta de que había que hacer algo. Y es que Dorothy es absolutamente irreverente.
Anita Loos, Los caballeros las prefieren rubias

Desayuno en el hotel: zumo, café, croissant y baguette. Lo normal. El dueño (argentino, gay, cincuentón) tiene un perro que se llama Néstor que ronda por las mesas buscando comida. Lo regañan constantemente, pero él insiste. Me cae bien Néstor.

En la mesa de al lado se ha sentado un caballero muy guapo, un poco alopécico (me encantan los calvitos) y con aspecto de norteamericano. Lleva un chándal y manda sms. Mi amiga A.B. piensa que ha venido a buscar a un chico parisino del que se enamoró este verano en Manhattan. Puede ser. Yo, por si acaso, le pregunto si le molesta que encienda un cigarrillo. Me dice que no le molesta nada y me da las gracias por preguntar. De nada. Es que a mí los chicos guapos y un poco calvos, me agudizan la buena educación.

Ayer no lo dije, pero viaja con nosotros la cuñada de mi amiga A.B. , I., que lo sabe todo de marcas de muebles y de nuevas tendencias. I. se une al desayuno, el americano calvito se marcha y pedimos otra jarra de café y una de agua. La conversación se centra en lo importante que es para las mujeres hacer ejercicios de perineo después del parto para evitar pérdidas de orina. Es que las dos estaban muy preocupadas, porque la edad de la modelo del anuncio de Tena Lady ha bajado bastante. Y claro, eso acojona.

Esta mañana nos hemos propuesto ser capaces de ir a cualquier sitio sin entrar en todas las tiendas que encontremos por el camino. La verdad es que conseguimos llegar al Pompidou sin consumir. Y nos ponemos tan contentos, y nos parece tan bien, que tardo poquísimo en comprarme cuatro pares de calcetines y un bolso Puma (Puma es lo más fashion en París ahora. A mí me habría hecho más ilusión comprarme un bolso con una leyenda más acorde con mi personalidad; algo como Perra o Loba. Pero todo lo que encontré fue Puma. Es lo que tienen las modas: que limitan).

Comemos de pie en un mercado al lado de Les Halles y emprendemos el camino hacia el Museo Textil, donde hay una exposición de los trajes de Jackie Kennedy. Pero no llegamos nunca. Bierres en el Hotel Costes (3 cervezas = 30 euros = 5.000 pesetas). Pero merece la pena, porque descubrimos tendencias: Ella: pantalón arrugado pesquero con botas arrugadas de tacón. Ellos: novias con pantalón arrugado pesquero con botas... Consigo hacer que triunfe el sentido común y NO pedimos trois bierres plus.

Después nos vamos a la Place Vendome: Cartier, Van Cleef, Tiffany, Chanel, Dunhill, Armani,... y Swatch, donde A.B. y yo nos compramos un par de relojes cuyos diseños exclusivos sólamente se venden en esa tienda. Ideal. A esa guarra, su amante va a comprarle un anillazo de Van Cleef & Arpels, y nosotras tan contentas con un reloj de plástico. Exclusivo, pero de plástico.

Opera de París. Calcetines en Galeries Lafayette. Paseo nocturno sobre el Pont des Artists. Galerías de Arte en Saint German de Prés. Más cervezas en el Barrio Latino. Cambio de café: unas cervezas. Otro café: unas cervezas más. Y unos mojitos. Ella es francesa, pero ha vivido en Donosti mucho tiempo. Su amiga es francesa y pertenece a esa clase de gata francesa aterradora. El otro es italiano, y parece que quiere algo conmigo. Pero yo estoy demasiado entretenido con el grupo de australianos que se va. ¡Vámonos!

Y son sólo las dos de la mañana, pero da la sensación de estar a punto de amanecer. Luis nos escucha hablar en español y se ofrece a guiarnos. ¡Quiero un bar gay! Mmmmm, su compañero de piso es gay (¿y tú no, querido? vaya por dios). Sube un momento a su casa y nos dice dónde podemos ir. ¿Discoteca o bar hard? Bar Hard. Total...

L'Impact. Esta noche, Special Muscle Naked. Mis amigas se quedan fuera (órdenes del portero) y me animan a que entre y lo pase bien. Que ya les contaré. Ya os contaré.

[Continuará...]