miércoles, febrero 11, 2004

"Sácame a cenar"


Ese era el mensaje que le dejé ayer a mi amigo y vecino A. No porque se me estuviera cayendo la casa encima, sino porque con esta lata de los antiinflamatorios, ahora tengo que comer - como mínimo - tres veces al día para que no me salga una úlcera sauvage. Y yo no soy de "comida casera" (infecta expresión que mi amiga Lola y yo amamos con locura - criminal, pero locura, al fin y al cabo.)

A. me recogió, me trajo un bastón, paseamos calle abajo hasta un coreano con mensaje subliminal (GAYA RESTAURANTE COREANO, que es como MARICA DE TAPAS, pero con el ojo más rasgado) y hablamos:

- de su teoría de "la primera conciencia de diferencia" que marca el resto. Incluso la diferencia sexual. Una teoría muy interesante que él mismo debería desarrollar

- de mi enfado con el mundo de la semana anterior. Que es, más bien, un enfado conmigo.
Me indigna verme así; cuanto más me repugna lo que veo alrededor, más me aíslo y me "friqueo". No hago nada para cambiar nada y me recuesto en este trono que he conquistado por las armas de las lecturas solitarias, las miradas despectivas hacia un mundo que dejó de rechazarme hace ya tiempo y del que me niego a ser socio, no ya honorario, sino simplemente socio

- de para qué la vuelta sagrada a la palabra como vehículo de salvación, cuando ya no sirve para comunicarse

Hace años envidiaba a la gente que tenía fe en Dios. Hoy siento nostalgia de aquellos tiempos en los que la sociedad también era un referente y un consuelo.

El asunto es que nos pusimos serios. Válgame Dios. Y al llegar a casa me puse a leer a una poeta belga, Chantal Maillard, que vive en Málaga y que ha escrito un libro delicioso, "Matar a Platón". Que me puso en mi sitio:

"La seriedad es una variante del olvido:
nos ayuda a ser otro,
a construir distancias, a creer
que la piel es un límite
."

Al terminar de escribir ésto, me he acordado también de una frase de Marguerite Duras que siempre me ha asustado: "Escribir no nos salva de nada; sólo nos enseña a escribir".

¡Sacadme a cenar! ¡Sacadme de aquí! ¡De mí!
(Porque no me soporto)