jueves, noviembre 28, 2002

Deci sí ó n(o)


Anoche estuve cenando cervezas en casa de D. y, de postre, un sandwich vegetal. D. necesitaba hablar y nos invitó a J.Q. y a mí a su casa para contarnos que no sabe:
- si quiere volver con su exnovio,
- si quiere profundizar en una relación que acaba de empezar, o
- si prefiere seguir puteando.
Como es obvio, ambos respondimos al unísono: "¡Putea!"
Y parece que la opción le convence. Normal.

Mientras hablaba con D. acerca de lo difícil que se le hacía tomar decisiones, pensaba y le decía que 'decidir', casi siempre, es un invento. Que uno puede pasarse días pensando en lo que tendría que hacer, en lo que querría hacer... pero al final, uno acaba haciendo lo que no tiene más remedio: enamorarse. Desenamorarse. Dimitir. Escribir. Saltar por la ventana... No sé si exactamente en ese orden...

Esta mañana, en el metro, August Strindberg tampoco sabía qué hacer:
El vino está envenenado y provoca delirios furiosos en vez de evocar las dulces visiones de antaño. El amor legítimo se revela como un duelo a muerte, y el amor libre provoca enfermedades sin cuento ni nombre, trae la miseria a los hogares, la vergüenza y la marginación de la sociedad.

Menos mal que me queda Martirio, que siempre está de acuerdo conmigo: Dejarse llevar, dejarse llevar, que el cuerpo no tiene la culpa de ná. En ello estoy.